10 November 2006

El Vuelo Dilatado del Águila

Construyendo un Imperio: EEUU en los 50s.



El origen del imperio americano, puede establecerse formalmente tras la finalización de la segunda guerra mundial. En contra de lo que los analistas políticos afirman, su ascenso al nivel de gendarme mundial, no fue efecto de su triunfo sobre el Eje, sino que se enmarca en un hecho histórico mucho mas relevante e imperceptible para el ojo común de un cuentista social. El comienzo de su preponderancia en el sistema internacional, luego de décadas de aislamiento, se da tras finalizar la segunda guerra mundial. Como todos sabemos, una vez afianzada su victoria, había llegado la hora de producir para su ilimitado mercado mundial, la bandera rayada se comenzaba a izar en el globo, pero para que sus estrellas brillaran sobre él, se necesitaba mucha energía productiva.
¿De donde un país abatido por una de las guerras más sangrientas de la historia de la humanidad, saca energías para construir un Imperio? O mejor.... ¿por qué dominan el mundo? Ya verán....

Ante el gigantesco despliegue militar estadounidense en el pacifico, y tras sobrepasar tecnológicamente a los nipones, el emperador, sacó un as bajo su manga : las anfetaminas. ¿Qué sucede con las anfetas? Pasa que al ingerir este agente adrenérgico sintético que nos ataca el sistema nervioso central, se nos eleva la presión sanguínea, se contraen los vasos sanguíneos, y se dilatan los pequeños sacos bronquiales, dándonos una hermosa sensación energética que elimina la fatiga y nos incrementa el estado de alerta mejorando nuestro rendimiento físico e intelectual....
.....Así surgieron los Kamikazes 神風.... Estos pilotos amarillos dispuestos a todo por su emperador y patria por un lado, y con esta potente droga en sus venas por el otro, se arrojaban fanáticamente, cual Vientos Sagrados del sol naciente, contra sus enemigos: ¡todo sea por honor!, ¡todo sea bajo el código Bushido![1] y ¡todo sea bajo la influencia de estupefacientes! Así eufóricos y demenciales los honorables aviadores japoneses se hacían uno con sus aeronaves Zero y sobrevolaban a metros del mar con 250kg de explosivos, transformándose en meteoritos vivientes, que en el mejor de los casos colisionaban, como mosquitos en el parabrisas, contra los poderosos navíos norteamericanos. Estos últimos, temblaban horrorizados y atónitos, al ver a estos infalibles guerreros acercarse de entre las nubes.
En consecuencia, los yankees, siempre observadores y racionales en sus cálculos, entrevieron que cualquier enfrentamiento directo con las fuerzas terrestres japonesas en sus islas finalizaría en una sangrienta masacre, claros ejemplos, de que una estrategia de combate clásico sería errónea, fueron las batallas de Iwo Jima, donde de 20.000 soldados amarillos se sacrificaron 18.000; y la de Okinawa, en la que de 130.000 lucharon hasta la muerte 110.000 nipones. ¡Eso es tener una buena razón para morir diría un Jihad islámico!
La determinación de Truman para finalizar la guerra y comenzar a construir la paz mundial fue clara y concisa, y lo motivó a buscar una solución eficiente: la bomba atómica –Kill ´em all se escucho desde la Whitehouse-. Esa historia, lamentablemente, la conocemos todos. Tras la rendición japonesa, devino la ocupación norteamericana. Una vez sentados en el trono del fallecido imperio nipón, los prácticos estadounidenses se llevaron para casa su nuevo trofeo, las anfetaminas.


Durante la década del 50 Estados Unidos disfrutó de un boom económico que lo llevo a la cúspide de su curva de crecimiento económico[2] y, desde ahí, a la cima del mundo. Una gran cantidad de –¡ingenuos!- analistas internacionales, han explicado este proceso sin igual, a través de sus efectos al confundirlos con sus causas. Éstos atribuyen todo el fenómeno a que en aquellos tiempos de paz, la maquinaria bélica se dispuso a favor de la producción de artículos similares, pero de uso civil y, en consecuencia, los mercados de bienes del mundo se llenaron con productos made in USA[3] así los valores macroeconómicos norteamericanos ascendieron a niveles insospechables. Pero...

Lo que un ojo observador vería detrás de este crecimiento apabullante del aparato económico, es una política estatal coherente de utilización eficaz –no eficiente- de la mano de obra. El serio Estado americano, decidió que en pos del confort y la reproducción de ese estándar de vida por varias generaciones, era menester sacrificar –como aprendieron de sus, en ese entonces, amigos japoneses- a una generación.

¿Pues, como sacrificar a toda una generación y aún así mantenerla en valores productivos elevadísimos, casi súper humanos?

Simple, por un lado se creó dentro del imaginario social el ideal del Sueño Americano, que incluía un fanatismo por el consumo desenfrenado, y un desinterés absoluto por el resto de las cuestiones de la vida, a saber, cultivar la mente[4]. Las consecuencias de este ideario hacen eclosión en las últimas décadas del siglo XX, y hoy son moneda corriente en cualquier película hollywoodense, en cualquier canal proveniente del Imperio. Por otro lado, el núcleo de su estrategia de crecimiento económico desenfrenado, fue la libre utilización de anfetaminas por parte de su clase proletaria. Ellos se dieron el lujo de dejar en estado vegetal a todo esa generación para construir la gran Republica Imperial –decadente- que son hoy.
El ejemplo de un día de semana, en una pareja de casado WASP[5] promedio en los EEUU de 1955, ha sido reconstruido por agudos expertos de la siguiente manera:

El día de una dulce pareja comenzaba con un fuerte desayuno americano completo –¡con todo!- incluyendo en el menú un buen polvo mañanero y una anfetamina. El marido completamente feliz y fuera de sí, salía eufórico hacia su trabajo en la industria de general motors, dónde su productividad, lo asemejaba más a una maquina que a un hombre. Los niveles de producción diario le permitían a la economía llenar todas las góndolas de su extenso territorio y les dejaba excedentes suficiente para poder vender al mundo.
Esta claro que el agente anfetaminico actuaba bien en su rendimiento físico, porque a las 6 de la tarde retornaban contentos de su jornada laboral, con ganas de volver a trabajar al otro día, de hecho según una encuesta, estos obreros tan apasionados por su alineación han llegado a afirmar que odiaban el día viernes, ya que no podían controlar la desolación de no saber que hacer en la jornada siguiente, nuestro santísimo y tan bien venerado, día Sábado.
Cuando llegaban a sus homes sweets homes, los esperaba una amorosa esposa, que había limpiado y modificado toda la disposición de los muebles y cuartos de la casa dejándola como nueva –recuerden que esto se repetía casi a diario-, asimismo había llevado y traído a los 5 niños del colegio, los había hecho bañarse, cenar, y dormir. Para ponerle el moño a estas Wonder Women, lo esperaban a su marido con una buena cena calentita en la mesa, y con todas las hormonas listas para una desgarrante noche de sexo desesperado, sin mencionar que no se quejaban de nada. El sueño americano era una realidad palpable en todos los suburbios, de todos los aglomerados urbanos y rurales de los Estados Unidos... inclusive más, el sueño de todo hombre sano del mundo de cualquier tiempo y espacio, se hizo realidad para los ciudadanos americanos de la clase trabajadora de mitad de siglo XX.
En los 50s, “si dios esta vivo”, según señala una frase popular del momento, “vive en los EEUU”.

Pero como todo no es color de rosas, cabe resaltar que los que sobrevivieron al abuso de las anfetaminas quedaron postrados en estado vegetativo, y sus hijos, la generación de los 60s....la clase de los hippies lisérgicos....representan un movimiento ejemplar en sus valores, pero que potenció las consecuencias de los efectos de las drogas en las mentes de las descendencias norteamericanas....pero los 60´ son otro tema que trataremos en otra ocasión.

Luego de un exhaustivo análisis intergeneracional se llego a la conclusión de que los efectos de las anfetaminas sobre la sociedad se han traspolado a la identidad de las generaciones subsiguientes y sus secuelas negativas llegan hasta nuestros días. Las consecuencias de su uso y abuso van desde la euforia y la verborrea hasta los ataques de ansiedad. Un informe medico pareciera describir el imaginario social de nuestros vecinos del norte cuando dice que los usuarios de este poderoso estimulante “pueden pasar varios días consecutivos sin dormir, con el consecuente cansancio psíquico que lleva a veces a crisis de paranoia y ansiedad. La anfetamina produce un síndrome denominado psicosis anfetamínica, parecido a la psicosis cocaínica o a la esquizofrenia paranoide.”

!Cualquier parecido con la realidad, es mero descubrimiento nuestro!

Toda una política exterior imperial, basada en la defensa –ataque- preventivo, ¡se basa en esa psicosis enfermiza y patológica digna de una mente adicta!! Todo producto de un sueño maquiavélico de dominación....miserable humanidad.

Pero...sinceremos nuestros corazones....¿Quien le quita lo bailado a los yankees de los 50s?....

[1] El código de conducta recta del Guerrero, utilizado por los antiguos Samuráis.
[2] Esa curva se mantuvo hasta 1973, año que tras la inestabilidad en Medio Oriente por la guerra de Yom Kippur, se da la crisis del petróleo, con el consecuente aumento –estratosférico- del barril. Este acontecimiento marca el punto quiebre en su crecimiento ya que desde entonces no hacen mas que descender lentamente o mantenerse en la curva.
[3] Para los que no saben, en esa época NADA provenía de China.
[4] Léase “la Sociedad tipo nada”.
[5] White Anglo Saxon Protestant.

2 comments:

Anonymous said...

La generación de las anfetaminas... es la generación perdida!?! Ante este relato, creo que la respuesta a este interrogante puede ser algo, confusa, o por lo menos, ambivalente.

Es decir, por un lado fue sino quizás - ya que carezco de las estadísticas que si parece manejar mi amigo - la generación con mayor productividad en toda la historia estadounidense, es decir que el motor de la economía de post guerra, aquella que velaba día y noche por el "American Dream", lo constituían dichos incansables trabajadores.

Pero por otro lado, dicha generacion comenzo con la decadencia de sí misma... los males de su propia sociedad, empezaron a germinar en esa época. Es decir, una vez que la política de Estado había dado el fruto para el "trabajador americano", la masa debía ser controlada o constreñida. Ya se veían los resultados de una sociedad próspera y productiva. Ahora había que no dejarla pensar... Qué más fácil que mantener subsumida a una sociedad "atontada" por los efectos de la droga?! Qué mejor que negar todo aquello que era extraño y echarle la culpa a la generación Hippie (colectivo idealista quizás sin fuerza de cambio y revolución)?! En definitiva, lo que fue la cúspide de la sociedad se convirtio con los años en todo aquello que no se quería ser.

Y tal como dice mi amigo, las mentes perturbadas, estandartes de una generacion, un día llegaron a la Casa Blanca, y comenzaron a decidir sobre la suerte de millones... cual es entonces la generación perdida!?

Anonymous said...

pedazo de zorete flotando en el inodoro! se ve que vos no respetas, o ni siquiera conoces, los codigos de la "Blogsfera" (es patetico ese termino). Yo no escribo un comentario re largo e interesante (?) porque me resulto inspirador tu relato... naaa, nada de eso. Solo escribi para que vos pases por mi pagina y hagas lo mismo.

Mas vale que pases... a quien le ganaste?! Gil! Te mando un abrazo